Rimer Pinto Pereyra ejerce la profesión de lustrabotas en la ciudad de Punata. Establecer su puesto de trabajo en la plaza principal no fue una tarea fácil, pero las dudas del inicio se transformaron en un potente liderazgo reconocido por sus compañeros, quienes incluso le han pedido presidir la asociación. Rimer tiene huesos de cristal, pero una voluntad y determinación de acero.
Cuando vivía en Santa Cruz, se dedicaba al campo de la electricidad automotriz, pero una lesión en el pie impidió que siguiera con ese oficio. Luego de mudarse a Cochabamba, lo asaltaron y le fracturaron el pie, lo que agravó su condición. Estuvo seis años sin un trabajo fijo: vendía manillas para subsistir.
Durante un año hizo el “seguimiento”, como él dice, a un amigo lustrabotas. Una de las características que resalta en Rimer es el detalle, el mismo que le permitió observar a profundidad el modo en que su amigo limpiaba los zapatos. Cuando sintió que tenía los conocimientos suficientes, puso un letrero en su casa ofreciendo el servicio.
Sus otros dos hermanos, que tienen la misma discapacidad la osteogénesis imperfecta, le insistían que el lugar donde debía estar era la plaza 18 de mayo, lugar tradicional en Punata de ubicación de lustrabotas. En la Alcaldía le ofrecieron estar fuera de una oficina, pero con su entereza logró su espacio en la plaza.
Su empeño y el apoyo del proyecto Increíbles afianzaron la nueva profesión elegida. “(el proyecto) Increíbles me abrió la puerta, un camino para sobresalir, tener mi emprendimiento y generar mis propios ingresos”, explica Rimer con entusiasmo.
Rimer es decidido, dedicado y tiene una actitud positiva. Esas características lo ayudan, claramente, pero su perspicacia también le lleva a pensar en la dimensión estructural alrededor de las discapacidades, los derechos y el significado de vivir con calidad.
«Me siento increíble, un trabajador increíble. Hay que romper barreras porque la discapacidad no te hace ni menos ni más, porque todos tenemos el mismo derecho al trabajo, para cumplir tus sueños, tus metas y superarte cada día para tener una mejor calidad de vida».
Rimer se siente feliz con su profesión. Le presta toda la dedicación, buscando que la responsabilidad, puntualidad y limpieza sean su sello. También reconoce que le gusta ser líder, tanto en su rol dentro de la asociación como en su casa, donde apoya a sus hermanos y fomenta un ejercicio corresponsable de aportar juntos a construir esa mejor calidad de vida.
Rimer es un claro ejemplo de que el apoyo e inclusión de las personas con discapacidad, sumadas a la búsqueda y actitud, son imprescindibles para potenciar vidas felices.
Rimer Pinto: huesos de cristal y volunta de acero
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